Sobre la Extranjerización y Domesticación en Traducción: Lawrence Venuti.

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Lawrence Venuti,
fotografía de  Joseph V. Labolito/Temple University

La postura de Venuti sobre el trabajo del traductor, su propuesta, sobre las aproximaciones metodológicas de este cuando traduce, puede bien ser vista como una herramienta en el análisis social.

Domesticar y Extranjerizar

Venuti parte de la postura de Friedrich  Schleiermacher sobre la traducción de textos, apuntando una dualidad metodológica durante el proceso de traducción:

“Admitiendo (con clasificaciones del tipo  “tanto como sea posible”) que la traducción nunca puede ser completamente adaptada desde el texto extranjero, Schleiermacher permitió al traductor escoger entre un método de domesticación, una reducción etnocentrista del texto extranjero a los valores culturales del idioma de llegada, trayendo al autor de vuelta a casa; y un método de extranjerización, una presión  no etnocentrista sobre esos valores para registrar la diferencia cultural y lingüística del texto extranjero, enviando al lector  de viaje.” (Venuti 2004, 20)[1]

En otras palabras,  dado que las traducciones nunca serán completamente “fieles” al texto original, existen al menos dos caminos: el de domesticar el texto, amoldándolo a los valores de la cultura de llegada (al  universo discursivo, social y cultural en el que será leída la traducción), haciendo que el autor vaya a casa (la cultura de llegada); o el de  romper con el canon narrativo de la cultura de llegada, manteniendo contenidos extranjeros en el texto, haciendo que el lector viaje fuera de los límites del canon literario de su sociedad. Es decir, por una parte se blanquea el texto al domesticarlo, o se crea una irrupción al introducirlo con su contenido “extranjero” en una cultura diferente.

Traducción y contexto: producción de valores

Para Venuti, la traducción está ligada al lugar en el cual ha sido producida. Es decir, la traducción de un texto, el acto mismo de realizar esta traducción, envuelve intereses, objetivos, perspectivas, y otros factores que definen la forma en la cual será realizada: está inscrita en un contexto específico. Su viabilidad está demarcada por la relación que esta mantiene con las condiciones culturales y sociales bajo las cuales es producida y leída (Venuti 2004, 18).

De esta forma, la traducción es una actividad que implica la producción de un texto que sigue intereses específicos. Para Venuti, esta dinámica supone que la traducción es una actividad cultural creadora de valores (Venuti 1998, 1).

Relación de Poder y Violencia

La traducción de libros de una sociedad a otra no necesariamente implica que exista una relación equitativa, de fuerzas iguales,  sino que generalmente envuelve el interés de un grupo dominante   sobre la producción textual de un grupo que no es dominante. Existe una relación de poder que se caracteriza  por ser una relación violenta:

“Esta relación apunta a la violencia que reside en la actividad y propósito de la traducción: la reconstitución del texto extranjero de acuerdo con los valores, creencias y representaciones preexistentes en el idioma de llegada (target language), siempre configurada en jerarquías de dominación y marginalidad, siempre determinando la producción, circulación y recepción del texto.”  (Venuti 2004, 18)[2]

Esta violencia es sentida tanto en “casa como en el extranjero” (home and abroad). Por un lado (en casa) , debido al poder que manifiesta en la construcción de identidades nacionales por culturas extranjeras,  lo que puede conllevar a la discriminación étnica, confrontaciones en un plano geopolítico, forma de colonialismo, terrorismo, guerra y otros. Por otro lado, el texto extranjero debe enfrentarse al canon socio-cultural,  vigente dentro del discurso literario del idioma de llegada (Venuti 2004, 19).

Es decir, la violencia en traducción no sólo limita (y delimita), sino que también es creadora (poder productor, así como en Foucault), y puede asociarse con la construcción de identidades, la discriminación u otros tipos de definición de otros grupos sociales (generalmente la cultura de la cual proviene el texto de partida). De esta misma forma el texto extranjero llega a encontrarse inmerso en el universo de la cultura de  llegada (la cual es dominante in situ).

Traductor como Sujeto

El traductor (y el académico dentro del campo de la traducción), como sujeto, manipula de forma inconsciente (o consciente) el texto (y su contenido cultural)  cuando realiza  traducciones entre diferentes espacios (Occidente/Oriente, Primer Mundo/Países en vías de desarrollo, etc.). Recurre a una adaptación del texto al “paladar” de la audiencia de llegada, construyendo imágenes que pueden reforzar estereotipos o desvaneciendo las diferencias culturales, religiosas y políticas (Gentzler 2002, 196).

Venuti ve en el traductor un sujeto que se encuentra influenciado por su sociedad, contexto e ideología.

La Extranjerización

El contenido foráneo dentro de un texto  “extranjero” (de una realidad social y cultural distinta a la de la sociedad de llegada) no es una representación transparente de una esencia que resida en el texto y que tenga valor en sí misma. La extranjerización es una construcción estratégica.

La extranjerización en traducción rompe con los códigos propios de la lengua de llegada. Para Venuti esto significa hacer un esfuerzo de hacer el bien en el “extranjero”, haciendo lo malo en “casa”: que el texto irrumpa en el canon imperante de la lengua de llegada, siendo reconocido como extranjero.

La extranjerización del texto busca: limitar la violencia etnocentrista de la traducción, ser una intervención cultural dentro de las relaciones internacionales, que están caracterizadas por integrar intercambios desiguales a nivel cultural.  Pueder ser “una forma de resistencia contra el etnocentrismo y racismo, el narcisismo cultural y el imperialismo, en el interés de las relaciones democráticas geopolíticas.” (Venuti 2004, 21)

Lo que sucede es que los escritores “extranjeros”, al escribir, no piensan en mantener una naturalidad de expresión de su texto para que sea leído de forma fluida por las diversas culturas en las cuales el texto será traducido.

El objetivo es desarrollar una teoría y práctica que se resista a la imposición de los valores que residen en la sociedad del idioma de llegada, y muestre el significado lingüístico y cultural distinto del texto extranjero.

Una Lectura Sintomática

Para analizar de qué forma o cuál estrategia de traducción fue utilizada sobre un texto, Venuti recomienda realizar una “lectura sintomática”: esto significa localizar las discontinuidades del texto producido al ser  traducido  (aún cuando exista un esfuerzo del traductor por mantener la continuidad del mismo).  Otra estrategia es observar las formas mediante las cuales la sociedad y cultura de llegada cubren la heterogeneidad cultural del texto. Lo anterior puede acontecer cuando el traductor decide ser bastante fluido (homogeneizando el texto para facilitar su lectura en la sociedad de llegada), con lo cual decide cubrir lo heterogéneo de un texto.

El objetivo de esta lectura sintomática no radica en observar la libertad o fidelidad de una traducción, sino descubrir  el canon mediante el cual juzga y produce (Venuti 2004, 36).

La Fidelidad Abusiva

Desde el punto de vista de Venuti, la traducción mediante una estrategia de extranjerización se caracteriza por tener un elemento de “fidelidad abusiva” (abusive fidelity).  Esta es definida como “aquella que es fiel al tono y tenor del texto de partida, pero abusiva a las normas literarias de la cultura de llegada, que, por consecuencia, permite más elementos de la cultura extranjera entrar en la cultura de llegada.” (Gentzler 2002, 201)

La extranjerización no presupone transparencia en el texto traducido, sino que cambia la fluidez de un texto por lo heterogéneo. Se caracteriza por ser parcial, empero no esconde su parcialidad, sino que la muestra. Deja saber al lector de la cultura de llegada que es una traducción hecha de un texto de otra cultura.

La Extranjerización como Práctica Disidente y Restauradora

Además, la extranjerización pretende luchar contra la des-historización de los textos extranjeros, siendo un acto de restauración en la preservación de estos (Venuti 2004, 94).  Venuti sugiere que la extranjerización está basada en la idea de que existen diferencias culturales y que la comunicación entre diversas comunidades lingüísticas es complicada.

Se trata de una práctica cultural disidente (Gentzler 2002, 203), un intento de reconocer y permitir que las diferencias, que trae el texto de partida, formen discursos en el lengua de llegada (Venuti 2004, 146). Siendo la traducción una práctica intercultural, esta envuelve estar al servicio de diversas comunidades de lectores, tanto extranjero como doméstico (Venuti 1998, 4).

Sin embargo, el acceso a ciertos textos no se puede conseguir simplemente mediante una estrategia de traducción extranjerizante, sino que requiere utilizar tácticas híbridas: como el uso de la domesticación y la extranjerización en la traducción de textos de culturas con marcadas diferencias entre ellas, por ejemplo la traducción de textos originalmente escritos en chino al inglés (Yang 2010).

Utilizar una metodología extranjerizante en traducción es visto por Venuti como un acto de restauración cultural a la vez que, siendo la comunicación entre diferentes culturas algo complicado, lleva a  reconocer y permitir que las diferencias culturales entre diversas comunidades lingüísticas puedan dar forma a discursos culturales en el idioma de llegada  (Venuti 2004, 94, 136).

Lo que desea Venuti para el traductor es que este adquiera una forma especial de autoridad (en el sentido de que sea un agente activo a la hora de producir textos cuando traduce), que le permita establecer un diálogo entre culturas. Esto derivado del hecho de que la traducción en sí es un fenómeno intercultural, en el cual traducir representa un tipo particular de autoridad  (interpretación de una cultura al producir un texto para otra)  que es a la vez un servicio entre distintas comunidades culturales.  Es una forma de colaboración entre grupos diferentes, realizada en solitario por el traductor (Venuti 1998, 4.).

Bibliografía:

  • Gentzler, Edwin. 2002. “Translation, Poststructuralism, and Power.” In Translation and Power, edited by Maria Tymoczko and Edwin Gentzler, 195–218. United States of America.: University of Massachusetts Press.
  • Venuti, Lawrence. 1998. The Scandals of Translation: Towards an Ethics of Difference. London/New York: Routledge.
  • ———. 2004. The Translator’s Invisibility: A History of Translation. London/New York: Routledge.
  • Yang, Wenfen. 2010. “Brief Study on Domestication and Foreignization in Translation.” Journal of Language Teaching and Research 1 (January): 77–80. doi:10.4304/jltr.1.1.77-80.

[1] Original: “Admitting (with qualifications like “as much as possible”) that translation can never be completely adequate to the foreign text, Schleiermacher allowed the translator to choose between a domesticating method, an ethnocentric reduction of the foreign text to target-language cultural values, bringing the author back home, and a foreignizing method, an ethno deviant pressure on those values to register the linguistic and cultural difference of the foreign text, sending the reader abroad.”

[2] Original: “This relationship points to the violence that resides in the very purpose and activity of the translation: the reconstitution of the foreign text in accordance with values, beliefs and representations that preexist it in the target language, always configured in hierarchies of dominance and marginality, always determining the production, circulation, and reception of text.”

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